Decía Robert Capa algo así como que si tu fotografía no es buena es porque no estabas lo suficientemente cerca. Creo que la gran mayoría de las personas hacen una lectura errónea de esta frase. No se trata de estar cerca del objeto que fotografías, se trata de entender el tema del que hablas en tu fotografía con profundidad y alevosía. Has de dedicar tiempo y, aun así, quizás no tengas la foto que imaginabas.

Este artículo no va de analizar frases de fotógrafos célebres. Quiero hablar de otra cosa, y aunque tiene que ver con la cercanía «al tema», pretendo, no sé si lo conseguiré, hablar entre líneas de la de visión, los tiempos de espera, el análisis, la generosidad debida y el compromiso.

Si había algo que llevar al sensor de mi cámara era ahora y en ese lugar.

Resulta que esta mañana se ha levantado con niebla. El guardián de las fotos perdidas se ha puesto pesado. Vete al río, pilla tu cámara y vete al río. Ya sabes la foto que te espera.
 
A menos de diez minutos de mi casa me puedo encontrar en plena naturaleza, soy un afortunado. Paseo, corro y disfruto de mi perra en ese espacio casi a diario. Nunca con la cámara a cuestas, pero he realizado miles de fotos. Las fotos perdidas.
 
Una de esas fotos imaginarias la hice este verano. Cruzando la presa del Cayo, en una pequeña aventura veraniega con mis hijos, la foto se evidenció delante de mí. Seguro que no he sido el único en verla.
 
Hoy lo tenía claro, aunque mi cabeza me pedía no hacer la tontería de meterme en el río con la cámara, algo me decía que la foto estaba allí esperando, que ya no sería nunca más una foto perdida. Si había algo que llevar al sensor de mi cámara era ahora y en ese lugar.

Desde el momento en que decidí que debía hacer la foto, un chute de serotonina se arrojó a mi torrente sanguíneo mientras yo lo hacía al río Henares. Esto que he vivido me estaba aportando exactamente la misma sensación que estar en un pedazo de jungla, en las puertas del Sahara o un bosque boreal a -25 °C. Lo sé, porque lo he vivido. Pero esta mañana estaba en la presa del Cayo.

Rodeado de patos, con los pies en remojo y esta vez si, cámara en ristre me sentía vivo y feliz. Buscando el encuadre entre disparo y disparo, avanzaba y la visión del río cambiaba a medida que lo cruzaba. Los patos cambiaban de ubicación a mi paso.

Lo hacían en pequeños grupos, como en familias. A medida que avanzaba la perspectiva de lo visible cambiaba.

Tras los juncos aparecía un pescador, mi perra permanecía vigilante en la orilla tras unos arbustos. Entre disparo y disparo, la intensidad del día de ayer.

La fotografía está siendo intensa en los últimos meses.

Roberto Maroto dijo hace unos días en la sesión de El Club algo así como que cada cual debe comprometerse con su fotografía. Nacho Guadaño hablaba de la importancia de mostrar y la capacidad de escuchar que debemos tener cuando alguien tiene algo que contar, estaba hablando de generosidad. Fernando Morales nos invitaba a conocernos y reconocernos en nuestro trabajo fotográfico y en la tarde de ayer María Teresa Gutiérrez Barranco le ponía la guinda al día inspirándonos con sus palabras sobre la escritura con luz.

Pies mojados. Exposición correcta. Me agacho. Disparo.

Creo que tengo la foto. Me voy a casa. Necesito una ducha caliente.

P.D. Ya he visto la foto. No es tan flipante como la imaginaba, nunca lo son, pero lo he pasado muy bien. En cualquier caso aquí os la dejo.

La próxima será mejor.

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